El cuidado del medio ambiente es un tema que debemos acatar cada vez más y tomar en cuenta nuestro consumo para regularlo, ante esto se han establecido ciertas normativas, por ejemplo, las regulaciones y prohibiciones de bolsas de plástico, las cuales ofrecen duración para su uso, pero también en la naturaleza.
Existen distintos tipos de bolsas que se usan según las necesidades de sus consumidores, ya sea para transportar algún producto como la despensa en el mercado, reunir desechos y tirarlos en un lugar adecuado o para priorizar la durabilidad de los alimentos, entre otros.
Dentro del ámbito industrial, alimentario o doméstico, se encuentra ese último tipo de bolsas para el cuidado y mantenimiento de los productos. Son conocidas como bolsas al vacío y se emplean de la mano con las máquinas selladoras que absorben el oxígeno del interior y producen el sellado.
Ahora bien, desde que las bolsas al vacío representan un producto industrializado y elaborado con plástico, repercuten directamente en el medio ambiente. Es por esto que en este artículo profundizaremos en el impacto que estas bolsas traen consigo.
De manera general, las bolsas de plástico impactan en el ambiente desde su fabricación, pues se realizan con cantidades significativas de petróleo que en el proceso desprende gases de efecto invernadero, aumentando la temperatura general.
Tras su uso “función original”, es común que se reutilicen como contenedor de más basura para evitar que se desperdicien. Desafortunadamente, la gran mayoría de las bolsas terminan en océanos, ríos y bosques, pues, en promedio, sólo el 1% se recicla y tardan alrededor de 450 años en degradarse.
No cualquier bolsa de plástico puede ser cerrada al vacío, pues requieren de cantidades específicas de sus compuestos: polietileno y poliamida, principalmente; además de que sean transparentes para reconocer su interior sin comprometer el vacío.
Traen consigo bastantes ventajas, pues evitan daños en productos frescos, humedad en los secos, previene malos olores y el crecimiento de hongos o bacterias, así como la conservación de aromas y la gestión de residuos sanitarios. Afortunadamente, existen ciertos diseños que permiten ser reutilizables para reducir el impacto ambiental.
El polietileno y la poliamida son polímeros sintéticos, es decir, macromoléculas artificiales resultado de la unión de monómeros creados en laboratorios. El polietileno tiene una excelente resistencia y bajo índice de degradación, pues únicamente logra disolverse en aceites lubricantes a más de 120° C.
Por otro lado, la poliamida o nylon cuenta con excelente resistencia a ácidos orgánicos e inorgánicos en bajas cantidades, sin embargo, en grandes concentraciones de estos ácidos se logra quebrantar el polímero en un tiempo menor.
Da como resultado un material plástico que tarda alrededor de 1,000 años en degradarse. El daño aumenta cuando se convierten en microplásticos: un fragmento de menos de 5 mm, el cual hoy en día se ha identificado como la causa de bloqueos gastrointestinales y alteraciones en animales marinos.
Al año, aproximadamente 1,300 millones de toneladas de alimentos para el consumo humano se desperdician en el mundo, lo que equivale a un tercio de su producción. Lo cual, además de las pérdidas de productos, tiene grandes repercusiones en el ambiente.
Se desperdicia la energía y agua utilizadas para producir los alimentos, durante los procesos de cultivo, cosecha, transporte y empacado. Posteriormente, si no se consumieron, se llevan a un vertedero y producen metano al pudrirse. Dicho gas es de efecto invernadero más potente que el dióxido de carbono.
Las bolsas al vacío influyen considerablemente para evitar estas grandes cantidades de desperdicio alimentario, pues por su mismo proceso son ideales para almacenar todo tipo de alimentos: frescos o secos, y hacer que duren mucho más tiempo en buen estado.
Se deben seguir las normas de higiene y manejo de los productos para que el vacío sea óptimo, pues se trata de eliminar el aire y todo microorganismo o bacteria de la bolsa y alimentos para que no prolifere y así reducir el riesgo de deterioro para mantener la calidad de los alimentos.
Ante la necesidad de unir dos conceptos de suma importancia actual: la sostenibilidad y conservación de alimentos, es que surgen nuevas propuestas en el mercado e industria, tal es el caso de las bolsas de vacío compostables. Este tipo de bolsas se realizan con recursos renovables como la resina PLA, cuyo tiempo de descomposición es mucho menor.
Por otro lado, existen las bolsas al vacío reutilizables, las cuales están hechas del mismo material que las normales, pero con cierta variación en su fabricación. Esto ayuda a reducir el consumo de más bolsas porque pueden usarse varias veces y únicamente lavarlas con agua y jabón.
Las bolsas al vacío son una alternativa excelente en la conservación de los alimentos, pues permite alargar su vida útil y evitar desperdicios. Sin embargo, hay que considerar que en su fabricación y materiales repercuten negativamente al medio ambiente.
Es importante, entonces, ser conscientes de nuestro consumo en alimentos y otros productos al vacío para que la fabricación de bolsas al vacío sea sólo la necesaria. Te invitamos a seguir visitando nuestro blog para leer más información interesante sobre las bolsas al vacío.
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